martes, 10 de abril de 2012

Los héroes latinoamericanos del Titanic




En la cubierta del RMS TITANIC, unos valientes caballeros latinoamericanos eligieron pasar su última noche, la del 14 al 15 de abril de 1912, escuchando los acordes que tocaba la orquesta mientras el lujoso transatlántico se hundía frente a las costas de Terranova.

Entre los más de 2.000 pasajeros que viajaban a bordo del Titanic, figuran varios latinoamericanos, cuatro de ellos de origen español, que murieron haciendo gala de su caballerosidad y valentía.

El mexicano Manuel R. Uruchurtu, el argentino Edgardo Andrew, y los uruguayos Ramón Artagaveytia, Francisco Carrau y José Pedro Carrau, integran la lista de los latinoamericanos que embarcaron en el "Titanic", tal y como confirmó a Efe una portavoz de Musealia, empresa que organiza la muestra "Titanic, the exhibition".

La Enciclopedia Titánica también registra a la camarera argentina Violeta Jessop, quien logró sobrevivir al naufragio, y a Servando José Florentino Ovies y Rodríguez como cubano pero otras fuentes apuntan que era un asturiano que vivía en La Habana.

La tragedia del viaje inaugural del famoso buque, que zarpó del puerto inglés de Southampton y nunca llegó a Nueva York, mostró todos los aspectos de la condición humana, desde la más extrema generosidad hasta la mezquindad más deplorable.



Entre los comportamientos ejemplares destaca el del único mexicano que viajaba a bordo: Manuel R. Uruchurtu, de origen vasco, un político nacido en Hermosillo, miembro de una familia pudiente y destacada del noroeste de México.

La noche en la que el Titanic chocó con el iceberg, Manuel Uruchurtu fue subido al bote salvavidas número 11, gracias a su estatus de diputado en visita oficial en Francia.

Entonces, - según recuerda en un artículo un pariente suyo, Alejandro Gárate Uruchurtu, miembro de la Sociedad Histórica del Titanic-, apareció la inglesa Elizabeth Ramell Nye, "quien imploró ser incluida en el bote salvavidas, alegando que su esposo e hijo le esperaban en Nueva York".

Manuel Uruchurtu cedió su lugar a Elizabeth y, a cambio, le pidió que visitara a su familia en Veracruz para contarles su destino.

En 1924, Elizabeth cumplió su promesa y viajó a México para encontrarse con la viuda de Uruchurtu. No obstante, tiempo después se descubrió que Elizabeth había mentido ya que ni estaba casada ni tenía ningún hijo, según el artículo de Gárate Uruchurtu.

Otra historia asombrosa es la del acaudalado uruguayo Ramón Artagaveytia, descendiente de vizcaínos y que cuarenta años antes se se salvó del naufragio del vapor América en el río de la Plata.

Como pasajero de primera clase, Ramón tenía derecho a una plaza en uno de los botes salvavidas. Sin embargo, decidió no subirse al bote y fue visto por varios pasajeros en la cubierta del barco junto a otros dos paisanos, los Carrau.

Las últimas horas de Artagaveytia concluyen con un enigma. Cuando identificaron su cuerpo, se halló entre sus ropas un reloj de bolsillo, con sus agujas fijas en una hora diferente a la del naufragio (02.25 horas).

Según cuenta Josu Hormaetxea, autor de "Pasajeros del Titanic. El ultimo viaje de Ramón Artagaveytia", "su reloj estaba parado a las 5 de la mañana; eso significa que estuvo a punto de volver a engañar a la muerte, ya que los equipos de rescate a esa hora ya habían llegado".

Los Carrau, Francisco, de 28 años, y Jose Pedro, de 17 años, que según algunas versiones eran primos y otras eran tío y sobrino, embarcaron en Southampton en el Titanic en un camarote de primera clase, según la Enciclopedia Titánica.

La familia Carrau, de origen catalán, fundó una de las compañías más antiguas de Uruguay, Carrau & Cía, que en la década de 1910 ya estaba "fuertemente consolidada en el mercado contando como engranaje básico a Francisco Carrau Rovira", según la página en internet de la empresa.

Junto a ellos, fallecieron decenas de héroes como el capitán del Titanic, Edward Smith, quien dirigió el abandono del buque y luego se encerró en el cuarto de derrota. Y los ocho músicos de la orquesta del Titanic que pusieron música a una de las mayores tragedias náuticas de la historia...

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