martes, 27 de marzo de 2012

Cara a cara con el enemigo: Periodistas ingleses secuestrados durante la Guerra de Malvinas




Durante el conflicto de las Malvinas, en el oscuro período en que las urnas estaban "bien guardadas" en Argentina, un equipo de la cadena de televisión independiente inglesa "Thames Television" fue secuestrado por una banda paramilitar que se movilizaba en los tristemente célebres Ford Falcon.

Los captores, muy profesionales, actuaron con total impunidad a 200 metros de la Cancillería, en Retiro, y luego dejaron a los miembros del equipo completamente desnudos en un desolado paraje de la localidad de Pilar, en el Gran Buenos Aires.


Así lo informaba, en España, el diario El País: «El Gobierno argentino aseguró que investigará a fondo este incidente, segundo de las mismas características que se ha producido en veinticuatro horas. Simultáneamente, el Gobierno anunció la expulsión del país de tres periodistas extranjeros, dos noruegos y un sueco, por "comprometer la seguridad nacional"».

Los tres periodistas -Julián Manyon, Ted Adcock y Trevor Hunter- fueron secuestrados muy cerca de donde había sucedido otro secuestro, el día anterior. El objetivo había sido Christopher Jones, de Metromedia-Channel 5, de Nueva York, al le fueron igualmente robadas todas sus pertenencias. 

"Ser secuestrado en un Falcon y aparecer después vivo, aunque sea desnudo, es algo para dar gracias a Dios", se decía en voz baja. 

Más tarde, el taxista fue liberado y declaró que los asaltantes le habían dicho que eran ladrones, interesados solo por el dinero y el equipo electrónico de los periodistas.

El ministro del Interior, general Alfredo Saint-Jean, envió un coche a recoger a los periodistas ingleses y los invitó a cenar en la Casa del Gobierno, donde fueron recibidos por el general Leopoldo F. Galtieri, presidente de facto.

Galtieri les dijo a los enviados británicos que "hechos de esta naturaleza afectan a todos los que somos libres" y que sus autores "deben ser de un grupo muy reducido que no está buscando o contribuyendo al objetivo de la paz".


- En interés de la objetividad -preguntó uno de los enviados-, ¿Quién cree usted, señor Presidente, que es responsable de este ataque contra nosotros?

El general no estaba preparado para responder:

- ¿Contra...? Ah... contra ustedes... Vea... Ehmmm... Creo que debe ser un grupo muy reducido.

El presidente y su ministro del Interior trataron de convencerlos de que el gobierno argentino no tenía ninguna relación con los hechos.

- Estamos indignadísimos- se quejaron los británicos.

- Estos es un gran disgusto para nuestro gobierno- trató de explicar Galtieri.

- Quieren desestabilizarnos, pero no lo podrán conseguir- agregó  Saint Jean.

- Vamos a poner una custodia especial para ustedes- prometió el dictador, para tranquilizarlos.

Ante semejante propuesta, los enviados británicos se miraron con asombro.

- No, gracias- respondió uno de ellos, indignado. Y agregó: No queremos volver a verles las caras a los que nos secuestraron.

Ni el dictador ni su ministro supieron qué responder.




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